El miércoles era la cita. Alrededor de las 18.30, más bien “o’clock”. Cuántos serían. Unos 20 – 30 alumnos. El número no mermó a pesar del correr del cuatrimestre. Es costumbre que cuando van pasando los meses, y más, después del primer parcial la cantidad de asistentes decrezca. Pero con esta materia ameritaba quedarse. Lectura, intelectuales, ideas, imaginarios, conceptos, historia, ficciones orientadores, relatos de “no ficción” y el preciado y buscado “ser nacional”.
Conjunción entre ‘periodismo y literatura’. Periodistas que escriben la historia, mientras la viven. Periodistas que sufren la realidad pero tienen la convicción de que escribir para “abrirle los ojos” al pueblo es su misión. Otros, inmersos en su forma de ver el mundo, describen al ser argentino, desde su ubicación social, claro. Y otros despotrican contra sus oponentes: “El germen a eliminar”.
En la materia ‘Periodismo y Literatura’ se realizó un recorrido intelectual, social y político desde 1880 hasta fines de 1970. Para concluir en un ensayo. En un intento de ensayar sobre la tarea de hacer una interpretación o, más bien, un análisis sobre un libro a elección que haya sido escrito en los últimos 15 años. Un intento de abarcar más de un siglo de imaginario. Bien logrado.
Sarmiento, José Hernández, Juan Bautista Alberdi, Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Rodolfo Walsh, y más. Autores que pueden ubicarse de un lado o del otro. Shumway habla de liberales y nacionalistas. Dos fracciones divididas, en un mismo territorio. Dos visiones de país y del mundo contrapuestas.
Liberales con características cercanas al autoritarismo, el poder concentrado en unos pocos para el supuesto beneficio de unos muchos, descreimiento por las raíces y anhelo de la civilización a través de los aportes de los europeos. Nacionalistas con aspiraciones a valorar lo “nuestro”. Un juego de opuestos.
La vida es un constante juego de opuestos. Liberales/ nacionalistas, Borges/ Arlt, malos / buenos, opresores/ oprimidos, jefes/ empleados, profesores/ alumnos. El poder y la escala jerárquica son parte de la vida y el eje constructor de la sociedad a nivel mundial. Unos hacen la historia y otros se oponen cuando se cree que lo expuesto es lejano a sus ideales. Unos ordenan y otros obedecen.
Democracia, derecho a réplica, un porqué, dos porqué, una forma de expresión, la construcción de una idea. Un aguafuerte. ¿un aguafuerte arltiano? Un intento. No más que un intento.
Retomo la idea de opuestos. Un juego en el que unos dictan reglas y los otros las contemplan. Con mala cara, algunas. Con gran entusiasmo, la mayoría. En la materia ‘Periodismo y Literatura’ primaron las consignas prácticas interesantes, pero también hubo de las otras.
El parcial era el 24. El parcial fue el 24. Cuatro semanas después era el segundo parcial. El segundo parcial fue cuatro semanas después. Trabajos prácticos todos los miércoles. Entregados. Un ensayo, entregado en mano el 12. Ni un minuto más, ni un minuto menos. Todo a su tiempo estipulado. Como un relojito. Lo determinado en el cronograma, en donde se especificaba la lectura obligatoria con su respectivo número de clase, y a lo que luego había que agregarle el trabajo práctico correspondiente, fue respetado a rajatabla por la mayoría. Los alumnos siempre son mayoría.
Al que le tocaba entregar el material en primera instancia cumplió. Las devoluciones, en parte. Ya entiendo, ¿los cronogramas son distintos? En la guerra de opuestos el que debe regirse a las reglas es el que no alcanzó la categoría mayor en su especie. Podes enojarte, “chillar” y hacer “puchero”, pero más tarde entenderás el porqué de ciertas actividades. ¿Más tarde entenderás el porqué de ciertas actividades? Lo que sí, son parte de la formación y de la construcción o refinamiento del intelecto.
Entre opuestos, aunque no se quiera aceptar, hay quienes están un paso adelante en la toma de decisiones y reglamentaciones. La vida es una lucha de opuestos, y habrá que aceptarla como tal.
viernes, 28 de noviembre de 2008
sábado, 15 de noviembre de 2008
"Aplaudan al ladroncito"
En medio de la supuesta “sensación de inseguridad” reinante en Argentina, aporto un caso más. Pero en realidad, va más allá de un robo que acreciente el número de una hipotética estadística sobre la materia, sino que este asunto es significativo por otra cuestión: el abuso de autoridad.
Cuatro personas estaban en el andén de la línea C esperando que el Subte llegara para completar su recorrido hasta Retiro. En frente el panorama era distinto. No cabía un alfiler.
-Vamos, aplaudan, aplaudan. Aplaudan al ladroncito.
La “calma” habitual se vio interrumpida cuando un policía de la Federal, con anteojos negros, un uniforme bastante ajustado, y un cuerpo, cercano a los anabólicos, pronunció esas palabras mirando a la gente que se encontraba en el andén de Diagonal Norte vía Constitución.
Con sus palmas, intentando arengar a todos, repetía “aplaudan, aplaudan al ladroncito”, mientras sus cuatro compañeros esposaban a un chico de unos 14 años que miraba al piso.
-¿No van a aplaudir a este ladroncito que le quiso robar la billetera a la señora?
(Una señora con un nene de unos 5 años agarrado de la mano, entra en escena) -No le pegues. Llévatelo pero no le pegues.
(Ahora el Policía realiza dos maniobras al mismo tiempo: mientras habla, ejecuta)
-Si yo no le pego- (uno, dos y tres “correctivos” en la cabeza del chico)
Esa gente a la que quería arengar el uniformado mientras sus compañeros observaban la obra en primera fila, no aplaudieron... abuchearon.
-Che, no le pegues. ¿Por qué sos policía le pegas?
-Eso es abuso de autoridad...
(El policía con una amplia sonrisa contemplaba la reacción de la gente)
-No le pegues, flaco. ¿Quién te crees que sos? Porque tenés una chapa le pegás.
Pi, pi... el Subte amarillo se hizo presente. Los "espectadores" se agolparon en las puertas para no perder su lugar y llegar por fin a Constitución ¿Y el “ladroncito”? echado a su suerte.
Cuatro personas estaban en el andén de la línea C esperando que el Subte llegara para completar su recorrido hasta Retiro. En frente el panorama era distinto. No cabía un alfiler.
-Vamos, aplaudan, aplaudan. Aplaudan al ladroncito.
La “calma” habitual se vio interrumpida cuando un policía de la Federal, con anteojos negros, un uniforme bastante ajustado, y un cuerpo, cercano a los anabólicos, pronunció esas palabras mirando a la gente que se encontraba en el andén de Diagonal Norte vía Constitución.
Con sus palmas, intentando arengar a todos, repetía “aplaudan, aplaudan al ladroncito”, mientras sus cuatro compañeros esposaban a un chico de unos 14 años que miraba al piso.
-¿No van a aplaudir a este ladroncito que le quiso robar la billetera a la señora?
(Una señora con un nene de unos 5 años agarrado de la mano, entra en escena) -No le pegues. Llévatelo pero no le pegues.
(Ahora el Policía realiza dos maniobras al mismo tiempo: mientras habla, ejecuta)
-Si yo no le pego- (uno, dos y tres “correctivos” en la cabeza del chico)
Esa gente a la que quería arengar el uniformado mientras sus compañeros observaban la obra en primera fila, no aplaudieron... abuchearon.
-Che, no le pegues. ¿Por qué sos policía le pegas?
-Eso es abuso de autoridad...
(El policía con una amplia sonrisa contemplaba la reacción de la gente)
-No le pegues, flaco. ¿Quién te crees que sos? Porque tenés una chapa le pegás.
Pi, pi... el Subte amarillo se hizo presente. Los "espectadores" se agolparon en las puertas para no perder su lugar y llegar por fin a Constitución ¿Y el “ladroncito”? echado a su suerte.
sábado, 1 de noviembre de 2008
Terminó un ciclo
Todo llega a su fin. Algunas veces con sabor amargo, y otras con uno dulce, complaciente y agradable. En este caso, el final no fue el mejor, por el modo no por la experiencia. Ácido, cínico, muy careteado, pero concluyó al fin. No todo fue negativo.... para rescatar, lo aprendido y, sobre todo, buenas personas.
La versión oficial dice que tras un planteo, sin vacilar el “señor” Jefe decidió: “Echalas”. La versión no oficial agrega otros datos, colores y formas que terminan de cerrar la historia. Pero la contradicción y los malos modos perduraron todo el ciclo. Qué más se podía esperar.
“Todos los días cuando me levanto pienso en cómo voy a pagar los sueldos y después pienso en periodismo”, aseguró el “Jefe” en un reportaje “exclusivo” a un medio. Una de las contradicciones esenciales del lugar: a la primera de cambio te vas. ¿Piensa en trabajo y sueldos?
La frase la reservé porque sabía que en algún momento iba a ser útil, la corta (o no tanto, un año y medio) experiencia allí, me hizo dar cuenta que el final no podía ser de otro modo. Entre la soberbia, el individualismo y de unos y otros la desvinculación no podía tener otras características.
Pero para rescatar también hay mucho. Personas increíbles, compañeros con todas las letras, editores que editan y amigos que van a perdurar. En lo profesional, fue una gran experiencia, aunque destaco que los principios que predominan en el medio no son los mismos que tengo en mi ideal del periodístico (si es que existe un ideal).
Hasta pronto a algunos, hasta nunca a otros.
La versión oficial dice que tras un planteo, sin vacilar el “señor” Jefe decidió: “Echalas”. La versión no oficial agrega otros datos, colores y formas que terminan de cerrar la historia. Pero la contradicción y los malos modos perduraron todo el ciclo. Qué más se podía esperar.
“Todos los días cuando me levanto pienso en cómo voy a pagar los sueldos y después pienso en periodismo”, aseguró el “Jefe” en un reportaje “exclusivo” a un medio. Una de las contradicciones esenciales del lugar: a la primera de cambio te vas. ¿Piensa en trabajo y sueldos?
La frase la reservé porque sabía que en algún momento iba a ser útil, la corta (o no tanto, un año y medio) experiencia allí, me hizo dar cuenta que el final no podía ser de otro modo. Entre la soberbia, el individualismo y de unos y otros la desvinculación no podía tener otras características.
Pero para rescatar también hay mucho. Personas increíbles, compañeros con todas las letras, editores que editan y amigos que van a perdurar. En lo profesional, fue una gran experiencia, aunque destaco que los principios que predominan en el medio no son los mismos que tengo en mi ideal del periodístico (si es que existe un ideal).
Hasta pronto a algunos, hasta nunca a otros.
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