Por Nadia Galán
Nourah nació en Siria, un país con costumbres distantes a la liberación femenina de occidente, tanto en la vida pública como en la íntima. Su padre la vendió a un árabe que la trajo a la Argentina. Después de ser golpeada durante años, abandonó su hogar con sus hijas y reconstruyó su vida. Creyó que aquí las leyes y derechos la ampararían, sin embargo le sacaron sus hijas y aun lucha por recuperarlas.
Siria es un país árabe de Medio Oriente, ubicado a orillas del mar Mediterráneo. Limita con Israel, Líbano, Jordania, Irak y Turquía. Para realizar un paralelismo con Argentina, cuenta con una superficie algo inferior a la provincia de Río Negro, pero con una población similar a la de Buenos Aires.
Nourah nació en un pequeño pueblo agricultor del oeste de Siria. Fue la antepenúltima hija de siete hermanos, de los cuales únicamente dos fueron mujeres. Tarea algo difícil en esas tierras, ya que son tratadas como objetos de la posesión de los hombres de la familia. Su padre fue muy severo con ella y con su madre. Agachar la cabeza y obedecer eran las únicas leyes que regían bajo ese techo.
(Revista Contá y Ganá Nº 10)
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