lunes, 3 de septiembre de 2012

Caminó más de 200 kilómetros con su secuestrador


Exhausta, deshidratada, sucia y caminando. Así encontraron a Gabriela Córdoba junto a su secuestrador después de haber caminado más de 200 kilómetros atravesando campos deshabitados y montañosos. “Tenés que seguirme porque sos mi salvación”, le aseguró su captor, Francisco Bayón; Gabriela no tuvo otra opción que seguirlo. En su travesía fue dejando señales pensando que así podría ser rescatada.Después de 19 días de incertidumbre, en los que fue violada reiteradas veces, su único deseo se convirtió en realidad: fue rescatada antes de que fuera tarde.
La joven, de 27 años, estaba entusiasmada con una entrevista de trabajo que le había conseguido Francisco, un ex compañero de la primaria con el que se había reencontrado un mes atrás después de más de diez años sin verse. “Se encontraron en un supermercado y se pasaron los teléfonos. Después él le ofreció un puesto de trabajo en una empresa petrolera del tío, en el barrio de Astra”, cuenta a PERFIL Zunilda, la hermana de la víctima. “Ella estaba muy contenta con esta posibilidad y decía que este infeliz era rebuena persona porque le había ofrecido laburo”, recuerda
Con una calza negra, borcegos, chaleco y una campera negra, Gabriela se encontró con su futuro captor en el barrio Mosconi. Juntos viajaron unos 18 kilómetros hasta Astra, un pueblo de 250 habitantes. “Cuando Gabriela se da cuenta de que ese trabajo no existía, le pregunta adónde la lleva. ‘Vos seguime porque vos sos mi salvación, si no te mato y mato a tu familia. Tengo problemas con la Justicia y no quiero caer preso’, le contesta. Ella era como su escudito, su protección”, afirma Zunilda sobre lo que vivió su hermana. “Todavía está muy shockeada, recibe a una psicóloga todos los días y entre llantos nos cuenta lo que vivió.”
El martes 7 de agosto a las 14.30 el teléfono celular de Gabriela dejó de funcionar. Francisco se lo rompió pero también destrozó el suyo. Enseguida la amenazó con un cuchillo y la obligó a caminar hacia el noreste, hasta la zona de pescadores de Rocas Coloradas. Alertados por la familia Córdoba, al día siguiente, la Brigada de Investigaciones de Comodoro Rivadavia inició un rastrillaje en Astra. “Gabriela intentó escapar. Les gritó a unos pescadores pero por el ruido del mar no la escucharon. El la agarró y la obligó a caminar, ahora, rumbo al noroeste”, detalla a PERFIL Leonardo Bustos, el jefe de Investigaciones.
“La obligaba a caminar y no la dejaba sentar ni un segundo. La tenía amenazada con matarla o hacernos algo a nosotros si ella se escapaba. El quería caminar y alejarse. Le decía que la iba a hacer feliz, que iban a formar una familia y tener hijos en un campo de Esquel. Pero después la violaba. Es un loco, un psicópata”, entiende Zunilda.
La desolación y una vegetación tan árida como monótona los acompañaron a lo largo de los más de 200 kilómetros que recorrieron hasta el domingo 26 de agosto, cuando una comitiva policial rescató a Gabriela y detuvo a su captor.
“El la obligaba a hacer fuego cuando paraban y comían ovejas y piches que cazaban. Una pareja les dio comida y les permitió ingresar al baño de su casa. Entonces, como agradecimiento, Gabriela le dejó a la señora su cadenita. Gracias a esta gente, nosotros hoy tenemos a mi hermana porque ellos fueron los que llamaron a la Policía”, destaca Zunilda.
Hasta el 20 de agosto, 250 efectivos, perros adiestrados, helicópteros y cuatriciclos que participaron del operativo se encargaron de rastrillar unos diez kilómetros de largo por siete de ancho en las inmediaciones de Astra, sin obtener novedades. “Comenzamos a hablar con pobladores y pudimos dar con algunas pistas. La cadenita que Gabriela le dejó a una señora y algunos otros comentarios nos empezaron a acercar a ellos”, destaca Bustos.
Un poco de azúcar, fuego y botellas plásticas debajo de una alcantarilla en la Ruta 25 les dieron la certeza a los efectivos de que estaban cerca. Caminando rumbo a Esquel, y a pocos metros de allí, los encontraron. “Gracias por salvarme la vida”, fue lo primero que dijo Gabriela. Enseguida lloró y abrazó a los efectivos que la encontraron a más de 300 kilómetros de su casa.