miércoles, 27 de enero de 2010

60 años de amistad, 2 de casados

Por Nadia Galán

Conformaron una amistad indestructible entre las familias de cada uno. Hoy, con 72 años Mabel y 83 Raúl, viven su historia de amor que sellaron dos años atrás. “Yo siempre lo vi como un amigo, no como un hombre”, dice Mabel. Las cosas cambiaron.


Jovialidad, compañerismo, compromiso, libertad, familia y mucho amor. Son valores que hablan de ellos. Así, tomados de la mano, con las marcas del paso del tiempo, pero también las de una vida disfrutada.

Mabel y Raúl pasaron décadas unidos por la amistad, pero hace dos años él le planteó las cosas de manera diferente y sellaron su historia con un par de anillos. Sin buscarla, el destino les organizó una vida bajo el mismo techo. Hoy son inseparables como eran antes, ahora como pareja.

Se los ve ansiosos por contar su particular historia. Se pisan. Aclaran. Uno completa la explicación del otro. Son la parte viviente de su propia historia y quieren trasmitir lo que sienten. Lo que sintieron, y lo que están dispuestos a vivir juntos. “Somos muy nómades, muy callejeros”, así define Mabel a la pareja. Vida les sobra y energía derrochan.


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Una de las primeras historias que escribí en Contá y Ganá

martes, 5 de enero de 2010

Un chico menos en la calle

Mario estaba acostumbrado a vivir solo, y le agradaba. Un día, sin buscarlo, Alejandro le ofreció una exhibición de malabares en el corte de un semáforo cualquiera a cambio de unas monedas. No fue un chico más pidiendo, y tampoco un conductor cualquiera. Hoy hace más de un año que Mario es el “papá” de Ale y pudo cambiarle el destino a un chico en situación de calle, ya que recuperó peso, va a la escuela y es el mejor alumno y compañero.

Vivían dos realidades totalmente distintas, en dos generaciones diferentes. Mario tenía 43 años, unavida armada, una rutina cotidiana, y una heladera casi vacía por olvido, que lo esperaba todas las tardes o noches, luego de terminar su jornada laboral. En cambio, Alejandro tenía 10 años, idas y vueltas en el colegio, una familia numerosa, y también, una heladera casi vacía pero producto de las dificultades económicas que atravesaban. Por esa razón salía a la calle a ganar unas monedas con dos pelotitas de tenis. Se encontraron por primera vez en un semáforo de Gonnet, provincia de Buenos Aires. Cada uno de ellos se había fijado en el otro por alguna razón inexplicable. La luz roja dio comienzo a esta historia.


(ÉSTA ES UNA DE LAS NOTAS QUE PODÉS ENCONTRAR EN LA 5TA EDICIÓN DE LA REVISTA CONTÁ Y GANÁ, que salió hoy, 5 de enero)


Por Nadia Galán

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